Es siempre posible identificar nuestra realidad con la de las demás formas de vida. En cada hombre, animal, planta y mineral, ve tras la envoltura y forma visible la presencia del Espíritu idéntico a su propio Espíritu. Se ve a sí mismo en todas las formas de la vida, en todo tiempo y lugar. Comprende que el Yo es omnipotente, que su Vida interna está en todo el Universo, en todas las cosas, porque no hay nada muerto y toda la Vida, en su variedad de fases, es simplemente la Vida Una, disfrutada en común por todos.
Cada ego es un centro de conciencia en el infinito océano de
Vida, y aunque aparentemente separada y distinta, está realmente en contacto
con el Todo y cada una de las aparentes partes.
La asimilación de la idea de- la unidad de la Vida y la
expansión del Yo ira calando lentamente. No hay que apurarse. No hay que forzar
la evolución.
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